Sopor, temor y grande oscuridad (parashá Lej Lejá)

Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. (Ber 15:12)

¿No es significativo que Abram haya tenido esta experiencia «a la caída del sol»? Si bien la Torá relaciona esta expresión de una manera muy clara con el momento del sueño, en un sentido que podría referirse a su forma natural, también está expresando otro aspecto más sutil. Debemos atender a la escena: Di-s le ha pedido a Abram que prepare cierto tipo de animales (animales que más tarde, en la revelación del Sinaí, tienen una función sacrificial) y los parta por la mitad, escepto las aves. Después de un tiempo de esperar a Di-s, aves de rapiña hacen su aparición durante el día hacia la tarde, «y Abram las ahuyentaba». Justamente, al terminar este versículo, sigue el que citamos al principio de este texto. Esto representa que la espera por que Di-s mismo se haga presente, puede llegar al límite de presentarse depredadores que nos hagan creer que todo ha terminado. Sin embargo, Abram las ahuyenta. Las aves de rapiña representan la inmundicia que busca desanimarnos ante la espera de Di-s.

Sin embargo, llega la noche y Abram se ve sobrecogido por el sueño. Esto puede tener, por lo menos, dos significaciones: 1) no pudo resistir más, y cedió a la tentación de no seguir guardando la ofrenda del pacto que Di.s le propuso –con el peligro que eso implicaba: que el pacto fuera anulado–; y 2) que este es un sueño particular que lo sobrecogió, es decir, que lo tomó desprevenido; un sueño profético. Efectivamente, Bereshit Rabbáh considera que estas dos significaciones están presentes: «el principio de la decadencia de un hombre es el sueño»; asimismo: «el letargo de la profecía» (44:17), ya que la palabra תַּרְדֵּמָה implica un estado de inercia total.

Precisamente, en esa condición el sueño profético comienza cuando «el temor de una grande oscuridad cayó sobre él» (v. 12). El Midrash concluye que «termo», «grande» y «oscuridad» se refieren a los distintos reinos ante los cuales Israel será subyugado, de tal manera que ese terrible sopor se refiere al momento (a los momentos) en que Israel será abatido y humillado –como se sabrá más tarde, por medio de la historia y los profetas, por causa de su pecado–. Y esto ocurre cuando Abram mismo decae y descuida la ofrenda del pacto.

Pero en el momento en que había mayor oscuridad, Di-s mismo se presenta, estando Abram aún dormido, como «una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos» (v. 17).  Es decir que, a pesar de Abram, de su caída en el sueño, Di.s se hizo presente confirmando Su pacto, haciéndonos saber que no es por los méritos de nadie por lo cual se preserva el pacto del Señor, sino por causa de Su Nombre. Al mismo tiempo, su Presencia ocurrida en el momento de mayor oscuridad, representa Su apoyo en medio del terror; o bien, que Él confirma Su pacto en medio del sopor humano y el terror –junto con la amenaza de anulación de ese mismo pacto–, tal y como lo encontramos en los Tehilim y los profetas:

Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones. (Yoel 2:2)

Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Adonay; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra. (Os 6:3)

Con todo ello, Di.s, está anunciando la liberación de Su pueblo, como una confirmación de Su palabra inmediatamente dicha con anterioridad: «después de esto, saldrán con gran riqueza». ¿Pero los cuatrocientos años sontan sólo una alusión a Egipto? Son, también, una alusión profética a la llegada del Mashiaj, pues entre el último de los profetas y el nacimiento de Yeshúa pasaron 400 años. Adonay anuncia con ello la redención final, y así lo sugiere Bereshit Rabbáh, que al presentarse el horno humeando y la antorcha de fuego, Di.s mostró a Abram cuatro cosas, entre las cuales se encuentra la Redención (¿no es esto a lo que Yeshúa aludía al decir: «vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó»? -Yn 8:56); y cuando este fuego pasa por la mitad (גְזָרִים; guezerim) de los animales, así «tiene el mismo significado que el versículo: Al que dividió el Mar Rojo en partes (גְזָרִים; guezerim)» (BR 44:22), siendo que también la redención de Egipto ocurrió en la noche, como sin duda ocurrirá también en el día postrero.

Pero así como en la oscuridad hay terror y angustia, esclavitud y clamor, en el alba hay redención y alabanza, como está escrito:

Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; Me levantaré de mañana. (Teh 57:8)

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